El diputado porteño Emmanuel Ferrario presentó un proyecto de ley para prohibir el uso de pirotecnia sonora en todo el territorio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, una iniciativa que busca dar una respuesta integral a una problemática que afecta de manera reiterada la salud pública, el bienestar animal, el ambiente y la convivencia urbana.
Además de los efectos directos sobre personas con hipersensibilidad auditiva, Trastorno del Espectro Autista (TEA), adultos mayores y niños, el proyecto se apoya en un enfoque de salud preventiva, al considerar que la contaminación sonora es un factor de riesgo reconocido por organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La exposición a ruidos intensos y repentinos no solo genera estrés agudo, sino que puede provocar alteraciones cardiovasculares, trastornos del sueño y deterioro de la salud mental, especialmente en contextos urbanos densamente poblados como la Ciudad de Buenos Aires.
Desde una perspectiva de seguridad pública, la iniciativa también busca reducir la cantidad de accidentes domésticos y en la vía pública vinculados al uso indebido de pirotecnia, que cada año derivan en quemaduras, lesiones oculares e incendios. En fechas festivas, los servicios de emergencia registran un aumento de intervenciones relacionadas con este tipo de incidentes, muchos de ellos evitables.
El proyecto incorpora además un enfoque de convivencia urbana y derecho al descanso, al reconocer que el estruendo de la pirotecnia afecta de manera indiscriminada a barrios enteros, sin posibilidad de elección para quienes desean celebrar de forma tranquila. En ese sentido, la prohibición apunta a equilibrar el derecho a festejar con el derecho a vivir en un ambiente sano y libre de ruidos nocivos.
Otro eje relevante es el impacto económico indirecto que genera el uso de pirotecnia sonora. Los costos asociados a la atención médica de urgencias, la intervención de fuerzas de seguridad, la limpieza del espacio público y la atención de animales extraviados o heridos recaen mayoritariamente sobre el Estado y la sociedad en su conjunto. La iniciativa plantea que la prevención resulta más eficiente y menos costosa que la respuesta posterior a los daños.
Asimismo, el proyecto se alinea con una tendencia creciente a nivel nacional e internacional, donde numerosas ciudades han avanzado en regulaciones más estrictas o prohibiciones totales de la pirotecnia sonora, promoviendo alternativas como espectáculos lumínicos sin sonido, tecnología LED o eventos comunitarios organizados, que permiten celebrar sin generar impactos negativos.
En materia ambiental, además de la contaminación del aire, se destaca la persistencia de residuos pirotécnicos en el espacio público, que afectan el suelo, los cursos de agua y la fauna urbana. Estos residuos suelen contener componentes químicos que no se degradan fácilmente y que pueden ser ingeridos por animales o terminar en desagües pluviales.
El proyecto también refuerza una mirada de inclusión y accesibilidad, al entender que la imposibilidad de tolerar ruidos extremos no es una elección individual sino una condición que requiere políticas públicas activas.
En ese marco, la modificación del Régimen de Faltas y la asignación de los fondos recaudados a programas de inclusión para personas con discapacidad buscan garantizar una aplicación efectiva y con sentido social.